Tenía como une especie de luz propia, nadie sabía de donde venía pero el hecho es que brillaba de una manera extraña. Extraña y hermosa. Podría deciros que era su mirada lo que la hacía resplandecer, o su manera de ser, o su voz... pero os mentiría.
Nunca logré descubrirlo.
Pero ella no me recordaba a una luciérnaga por eso. Me recordaba a una luciérnaga porque todo el mundo quería poseerla. Atraparla y mantenerla cautiva en un tarro de cristal. La querían egoístamente para que les alumbrara y embelleciera las noches, dando vueltas en un mundo transparente y sin aire.
Y a veces lo lograban.
Pero ella siempre se escapaba, y volaba lejos.
Yo nunca quise tenerla. Miento, si que quise. Pero no tuve valor a enjaularla. El mero hecho de verla libre, irradiando aquella luz tan intensa, me era suficiente.
Aún después de todos estos años, tengo la sensación de que sigue a mi lado, susurrándome al oído que la libertad más grande es la libertad de permanecer al lado de alguien que sólo quiere verte libre.
Y como siempre, al instante, echaba a correr gritándome...
"No me atraparás... no me atraparás"
A.
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Acuarela y lápiz sobre papel granulado.-14/10/2013.-Alba R.Porlan |