Luchó con dos mil millones de ganas la batalla que se atrevió a brindarle el miedo.
Y ganó.
Se quedó hecha jirones y con la piel sucia de mentiras y barro, con los pies agrietados de pisar verdades incisivas y promesas transparentes, con las manos rotas de cerrar bien los puños para dejar a la realidad fuera de combate.
Se quedó tranquila de dejar de estar intranquila por culpa de su pasado.
Fuerte. Frágil.
Inquebrantable se plantó frente a sí misma, viéndose terca y a salvo.
Se quedó en silencio mirándose a los ojos pozos, profundos e interminables.
Allí estaba ella. Ella frente a todo. Destapando sus ganas.
(y sus alas).
A.
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Ilustración digital.-02/04/2014-.Alba R. Porlan |